domingo, 9 de septiembre de 2007

Topaz

El martes a la noche, estaba a punto de dormirme cuando recibí un mensaje desconcertante de Genoveva:

I am in session with the english police, estoy en el calabozo como quien dice, no me dejan ver a mi doctor y encima me han hecho un análisis de sangre raro, cuando me acaban de hacer uno y estaba limpio; no me gusta nada esto. Estoy en Topaz Ward, detrás del Withington hospital, Darmouth hill, N19 5NX

No entendí realmente que le había pasado, ni porque estaba aparentemente en la comisaría, pero yo estaba muy cansada y Genoveva me caía bien, pero no era realmente mi amiga, tan solo una conocida. Así que apagué la luz sin responder a su mensaje o llamarla. Si realmente estaba en la comisaría, algo habría hecho, además no podía ser para tanto; Inglaterra es un país democrático, nada iba a pasarle en una cárcel inglesa. Ya tendría tiempo de llamarla al día siguiente para saber que había sucedido.

El miércoles a la tarde, al salir de trabajar, la llamé. Estaba muy alterada, pero pude entender que no estaba en una comisaría, sino en un centro psiquiátrico. Quise averiguar que la había llevado allí, pero Genoveva era incapaz de centrarse en responderme lo que le preguntaba y se iba por las ramas. Lo único que pude sacar de ella, es que había tenido una discusión con un vecino, pero por algo así, nadie acaba encerrado en un psiquiátrico.

Deduje que en realidad esa discusión, fue simplemente el detonador que hizo explotar un cúmulo de problemas que venía arrastrando hacia tiempo: una compañera de trabajo que le hacia la vida imposible para que se fuera del colegio donde daba clases; una madre mayor de la que se hacia cargo prácticamente en solitario y por último una orientación sexual poco clara; Genoveva decía a todas horas y aunque no viniera a cuento que ella era bisexual, sin embargo, mi sensación era que más bien era lesbiana pero que no podía asumirlo. Iba a terapia de grupo desde hacía tiempo, pero al parecer el tratamiento había fracasado.

Me pidió que fuera a verla, yo le expliqué que iría, pero que no estaba segura de poder llegar antes de las ocho cuando cerraba el horario de visitas del hospital.

Ella volvió a insistir que por favor fuera, que no se fiaba un pelo de esa gente y que temía que le pasase algo. Le aseguré que haría lo posible por llegar a tiempo.

Cuando llegué eran las 8.05, de todas formas le expliqué al hombre que estaba en la recepción que una amiga mía había sido ingresada en ese centro, probablemente el martes. Él me pidió que escribiera su nombre en un papel, lo buscó en una lista que tenía delante de él y me explicó lo que yo ya sabía; que a esa hora no iba a poder verla.

Le dije que al menos quería averiguar que le había pasado y preguntar los datos de contacto de su familia en España, para que vinieran a buscarla. El hombre de la recepción se apiadó de mí y me dejó pasar para que preguntara en la guardia Topaz que había pasado. Me informó que estaba en el primer piso.

Una vez que traspasé la puerta de entrada a las diferentes salas, me encontré con un laberinto confuso de múltiples pasillos, que a la vez se bifurcaban y terminaban en más guardias. Di un par de vueltas volviendo una vez más al punto de partida, donde un cartel indicaba los nombres de las distintas salas a derecha e izquierda, pero ninguno de los nombres de la lista, era el que yo estaba buscando. Pensé que tal vez el recepcionista se había equivocado al escribirlo, porque en la lista había un nombre muy parecido; Tordaz.

Iba a volver sobre mis pasos para confirmar si ese era efectivamente el nombre de la sala, cuando vi pasar a un hombre a mi derecha.

-¿Perdone, me podría decir donde está la sala Topaz?

- Si, seguro, yo fui paciente ahí.

Me acompañó hasta el ascensor y buscó en la lista Topaz, estaba en el primer piso. Me deseó suerte y se fue.

El primer piso era una reproducción de la planta baja, un pasillo a izquierda y otro a derecha, que a la vez se bifurcaban en otros, como las ramas de un árbol algo siniestro, desembocando en varias puertas cerradas, que eran las entradas a las diferentes salas. Pronto me di cuenta que cada sala estaba clasificada según la gravedad o tipo de enfermedad mental de los pacientes. No podía encontrar la que yo buscaba. Cansada de dar vueltas por los mismos lugares, me detuve en una de ellas y llamé al telefonillo.

-¿Perdone, estoy buscando la sala Topaz, pero no la encuentro, me podría indicar como llegar?

La enfermera pulsó un botón y me abrió la puerta, recorrí la distancia de unos cinco metros que había entre la puerta de entrada y la recepción interna de la sala Warex. Ella le hizo señas a un chico que se iba en ese momento para que me acompañara hasta Topaz.

- ¿Es la primera vez que vienes?

- Si, ¡y espero que sea la última!

- Bueno, nunca se sabe, podría ser efectivamente la última vez.

Me dejó en la puerta de Topaz y se despidió. Toqué el timbre y esperé a que me atendieran.

- Hola, soy una amiga de una paciente que esta ingresada en esta sala, Genoveva Pérez, querría saber porque la ingresaron.

- Eso no se lo puedo decir, porque no sé quien es usted.

-Por lo menos dígame los datos de contacto de su familia, para decirles que Genoveva esta aquí.

- Lo siento no se lo puedo decir, pero le puedo dar un número de teléfono para que hable con ella.

- No gracias, no me hace falta, ya tengo su teléfono móvil.

Genoveva me había contado que el teléfono del hospital se cortaba cuando estaba hablando con alguien, o se escuchaban unos ruidos raros en la línea, que era mejor que la llamara al móvil.

- De todas formas su hermano llega mañana de España.

- ¿Podría darle mi número de teléfono al hermano cuando llegue?

Se acercó lentamente a la puerta, la abrió y anotó en una libreta mi teléfono.

- Por favor dígale que soy una amiga de Genoveva, y que me llame si necesite ayuda con algo.

No podía hacer nada más, al menos de momento. Me dirigí al ascensor y bajé. Seguí el pasillo a mi derecha, pero no encontré la salida. Me dirigí a la izquierda y solamente encontré más puertas cerradas que daban a diferentes guardias.

Irritada llamé al telefonillo de la guardia Xoon. Mientras esperaba que me atendieran, pude leer que allí estaban ingresados los enfermos con trastornos psicóticos graves.

- ¿Me podría indicar la salida? No la encuentro.

La enfermera se acercó a la puerta.

- La salida está en la planta baja, un piso más arriba, situada tal cual estás ahora.

Nunca había tenido un gran sentido de la orientación, así que probablemente al apretar el botón del ascensor, no me di cuenta que ese era el sótano y no la planta baja.

Subí un piso y esta vez al salir del ascensor, si que pude ver las flechas que indicaban la salida. Llegué por fin a la puerta e intenté abrirla, estaba cerrada. Era tarde, la hora de visitas había terminado hacía rato, yo me había demorado mucho, primero en encontrar Topaz y después en llegar a la salida; seguramente ya no quedaba nadie más en el centro, salvo los pacientes y los enfermeros. Me sentí mareada, miré para bajo y apoyé una mano en la pared que estaba a mi izquierda. Cuando me sentí recuperada, levanté la vista y dejé caer mi brazo izquierdo; al hacerlo mi mano rozó una parte saliente en el muro; era el botón que permitía abrir la puerta de salida. Respiré todo el oxígeno que quedaba en el pasillo y salí.

En la calle el mundo continuaba, lloviznaba, los autobuses y los coches circulaban despacio. Tenía un paraguas en el bolso, pero preferí mojarme.

Me subí en el 271 y volví a mi casa, era tarde y al día siguiente me tenía que levantar temprano para ir a trabajar.

La rutina diaria me absorbió por varias semanas, hasta que caí en la cuenta que no había tenido ninguna noticia de Genoveva; decidí llamarla para comprobar si estaba en Londres. Me respondió su voz grabada en el contestador:

- ¡Buenos días, buenas tardes, buenas noches a todo el mundo!. Este año va a ser maravilloso, cuando me toque la lotería de salir de aquí. No os preocupéis por mí, que yo no he hecho más que preocuparme por vosotros. ¡Un beso!

Le dejé un mensaje pidiéndole que me contactara cuando pudiera; también le mandé un e-mail en caso de que estuviese en España.

Nunca más supe de ella.

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