domingo, 9 de septiembre de 2007

El mate

Inaman se despertó un día mas en el caos. No se trataba de una pesadilla, pudo comprobar que la megalópolis de Histeria era una realidad que lo rodeaba hasta casi ahogarlo, solo cuando dormía conseguía huir de Histeria y se situaba en una extraña ciudad llamada Buenos Aires.

Cada noche soñaba con esa ciudad y con Lucia que vivía en ella.

Se incorporó en la cama y vio la gente pasar velozmente por su ventana, en Histeria habían conseguido hacia tiempo convertir la energía mental en combustible, que les permitía a los histerianos moverse a gran velocidad sin ningún tipo de vehículo.

Pero él había conseguido dar un paso mas allá, había conseguido transformar la energía de sus sueños en viajes hacia extraños lugares.

Las sensaciones eran tan vividas que estaba completamente seguro que no se trataban de sueños profundos sino que eran viajes a un lugar real, aunque muy diferente a lo que él conocía.

Recordaba la primera vez que apareció en Buenos Aires, lo primero que vio fue un grupo de gente sentada en circulo en un espacio al aire libre pegado a una vivienda de un solo piso, que más tarde supo que llamaban patio. Esta gente se pasaba un pequeño recipiente como una maceta diminuta de la que salía una especie de palo metálico del que chupaban alternativamente cada uno de los integrantes del grupo. Entre uno y otro tomador, volvía el recipiente al personaje que lo llenaba de agua humeante, esta persona era el cebador. Inaman pensó que se trataba de una clase de ritual mágico de comunión entre ellos y los espíritus, y que el medio de enlace era la diminuta maceta.

Lucia fue la primera en dirigirse a Inaman, le preguntó si gustaba un mate, ante su cara de extrañeza, le ofreció una silla junto a ella y le preguntó si era extranjero.

Inaman titubeando le contestó que sí. Le preguntó de que país era, y el le contestó que era de Histeria. Ella lo miró extrañada, y le preguntó a los demás si habían oído hablar de ese lugar. Todos le contestaron que no. Entonces Lucia le dijo, que ella había terminado la escuela antes de la desaparición de la Unión Soviética, y por eso desconocía muchos de los nuevos países que habían surgido desde entonces. Seguramente se trata de un país que formaba parte de la antigua URSS, no? , le preguntó. Inaman le dijo que si, para no tener que explicar lo que ni el mismo podía explicarse.

Evidentemente se encontraba en otro planeta o había retrocedido en el tiempo o ambas cosas a la vez.

Lucia tenia una mirada cálida que lo acariciaba sin llegar a tocarlo, una mirada muy diferente a la de las féminas histerianas. Inaman empezó a sentir que su corazón se aceleraba, como cuando a propósito se desconcentraba durante el vuelo del centro científico donde trabajaba hasta su casa, consiguiendo experimentar una caída libre que asustaba a algunos histerianos y enojaba a la mayor parte de ellos, porque provocaba desordenes en el transito, pero que hacia que el corazón de Inaman se acelerase casi tanto como con la mirada de Lucia.

Lucia le pregunto si quería probar un mate, Inaman, le dijo que si, entonces el cebador le paso el mate a Lucia y ella a Inaman, cuando estaba a punto de acercarlo a su boca, despertó en su cama. Se sintió confundido y frustrado.

A la noche siguiente volvió a visitar el mismo lugar, Lucia estaba allí, como los demás. Todos lo saludaron amablemente y le preguntaron como había pasado el día. Él le dijo que estuvo trabajando en el centro científico. Jorge el cebador le preguntó si trabajaba en el Conicet, él mintiendo una vez mas le contestó que si. La conversación continuó con diferentes temas cotidianos que le permitieron a Inaman irse haciendo una idea de cómo era la vida en Buenos Aires, hablaban de la familia, aparentemente un grupo de contención emocional que cumplía la función que las pastillas psicoterapéuticas cumplían en Histeria, también hablaban del trabajo y de los gobernantes de estos dos últimos no parecían estar muy conformes, del trabajo se quejaban que no les llegaba el sueldo y que trabajaban demasiadas horas, de los gobernantes cuestionaban su idoneidad y honestidad. Esto le dio que pensar a Inaman, en Histeria nunca se cuestionaban las decisiones del gobierno, nunca se le ocurrió pensar si las decisiones del gobierno eran correctas o no.

Cuando llegó su turno, nuevamente despertó en Histeria y así una y otra vez, noche tras noche.

Cada noche que visitaba el patio de Buenos Aires, se sentaba junto a Lucia, y cada noche sentía que su pulso se aceleraba más cuando Lucia lo miraba. Una noche, justo antes de que Jorge le pasara el mate, Lucia le susurró rápidamente al oído que sabia su secreto, y que si conseguía tomar un mate, se quedaría con ella para siempre. Pero nuevamente despertó en su dormitorio en Histeria. Recordó las ultimas palabras de Lucia, si ella conocía su secreto, eso quería decir que ella había conseguido viajar a Histeria durante el sueño y además, las palabras de Lucia confirmaban su sospecha inicial sobre la función mágica del mate.

Pero como conseguiría resistir en la ronda de mate el tiempo suficiente para tomar uno y quedarse para siempre, se preguntaba. Inaman se enojaba consigo mismo, como científico que era, debía encontrar la respuesta.

Finalmente llegó a la conclusión de que tenia que incrementar su grado de energía mental, pero como lo conseguiría?. Lo único que se le ocurría, era pensar intensamente en Lucia a todas horas, tal vez esto le permitiría incrementar su energía mental durante el sueño, y cumplir su objetivo, dejando Histeria para siempre.

Puso en practica su hipótesis de inmediato, las tres siguientes noches, si bien no consiguió llegar a tomar un mate, se dio cuenta que si fue logrando incrementar cada vez unos segundos más el tiempo que estaba en el circulo del mate mágico. Hasta que en la cuarta noche logró introducir la bombilla en su boca. Lucia e Inaman se miraron a los ojos sonriendo, a partir de ese momento estarían juntos para siempre.

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