domingo, 9 de septiembre de 2007

Provisiones para el camino largo

Papas fritas solitarias,

dejadas a la marchanta

en un plato de cartón

al borde de una mesa de camping

en Fray Bentos.

Galletitas Lincoln mojadas

en el té con limón,

que dejaste demasiado tiempo

en remojo y terminan

en el fondo de la taza,

formando un poso

que no sirve para leer tu destino.

Alfajores de dulce de leche,

comprados en el quiosco

junto a la plaza desierta

camino de la escuela.

Están envueltos en papel plateado,

cubiertos de una capa blanca de azúcar

que los hace polvorosos,

en contraste con el dulce de leche pegajoso.

Me gusta hablar y reírme cuando los como

y que las partículas blancas

se expandan hasta el infinito lleno de estrellas,

desde donde me observas con una sonrisa indulgente

de duraznos en almíbar.

Los chinchulines nunca los probé

porque me dijeron que no me gustaban

y yo me lo creí.

Por lo visto vienen con caca de vaca incorporada,

al menos eso dice la leyenda urbana.

En Fray Bentos, el gris de tus ojos,

se derrama en llanto.

Te refugias en la casa rodante

de tus pensamientos.

Mientras tanto, las papas fritas

emprenden un viaje circular

por el diámetro del plato.

Las carpas y los árboles,

inician un concierto en do menor

de gotas contra el pasto

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