Mejor la noche, que abarrota de pájaros negros tus ojos,
mientras me machacas en el mortero con ajitos tiernos.
El problema es el de siempre, que no podes digerir los ajos
que dan vueltas y vueltas en tu estomago, toda la noche,
como ciertas palabras que te dije sin pensar antes de cenar.
Aclara el día en tu mente, y los pájaros negros se esfuman de tus ojos.
Son sustituidos por nubes de alta condensación,
que amenazan tormenta eléctrica.
Si los ajos te sientan mal,
me pregunto porque me pediste explicaciones que no querías escuchar.
Me pongo las botas, el impermeable y no me olvido el paraguas.
El portazo deja atrás la tormenta y el verano se abre ante mis ojos
sábado, 24 de enero de 2009
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